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Fernando Nguema

Escultor ecuatoguineano

Fernando Nguema Madja nació en Guinea Ecuatorial en 1963 y allí murió en el año 2008.

Desde pequeño, a través de las enseñanzas de su tío y del escultor Antonio Edu, entra en contacto con la talla de instrumentos tradicionales, la preparación de máscaras de balele y otras artes de la tradición fang.

Era un artista polifacético y multiforme que también sintió pasión por la música, sobre todo, por el xilófono o mendjang, el canto y el baile, así como por la cerámica y la pintura.

En 1979, en tiempos de la dictadura de Macías, Fernando emigra a Gabón y allí conoce al que sería su verdadero maestro y mentor, el gabonés Obiang Djang, con quien evoluciona y crece artísticamente. Tras este aprendizaje, vuelve a Guinea Ecuatorial al cabo de ocho meses, ya con la determinación de ser artista-escultor.

A partir de 1991, Fernando Nguema contacta con el Centro Cultural Hispano-Guineano (CCH-G) de Malabo, donde consolida sus relaciones con el arte y pudo participar en varias exposiciones nacionales e internacionales. El CCH-G, a través de la Cooperación Española, le puso al frente del taller-escuela de talla: era su espacio para enseñar y crear y fue donde desarrolló su etapa más prolífica, original y creativa. Una parte significativa de ese periodo lo muestra Casa África en la exposición "Fernando Nguema. Obras incompletas 1992 – 2008".

Sus obras nacían del bosque. Las raíces, las ramas y los troncos caídos son los que daban forma, sentido y significado a las dolorosas tallas de Fernando, a través de las que plasmaba el sufrimiento, el desamparo, el hambre y la pérdida. También la brujería y las creencias tradicionales eran una fuente de inspiración, pues Fernando era un hombre profundamente sincrético y gran conocedor de su tradición fang.

Cuando Fernando entra en el bosque, éste le ofrece historias, que a través de una ceremonia mística, recuperando el legado narrativo de sus ancestros, él convierte en obras de arte. Esculturas que recrean la historia, las relaciones entre hombres y mujeres, las enfermedades de la sociedad y un amplio anecdotario del contexto diario que le rodea. Representan una realidad dura y descorazonadora en la que el hambre mata la cabeza y los hermanos lloran por la miseria. Su obra es tradición, pero también denuncia. Es lírica, divertida, irónica, comprometida, delirante, lúdica, mordaz.

Leandro Mbomío, una referencia en la escultura del continente africano, confesaba que Fernando Nguema encarnaba la sucesión natural de su obra, ya que aunaba tradición y contemporaneidad.

Fernando nunca accedió a ver trabajos y propuestas de otros artistas u otras corrientes creativas que hubieran podido nutrir su obra e influir en ella. El entorno en el que le tocó vivir le convirtió en un obligado autodidacta. Esta característica es, quizás, una de las que marca la singularidad y originalidad de su obra, que nos hace entrar en ese mágico, ancestral y personal mundo que fue capaz de crear sin más ayuda que su determinación y talento. Se sentía orgulloso de ser fang, escultor de "arte moderna" [sic], y custodio de la rica y ágrafa tradición fang.