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Abla Pokou (La Reina Pokou)

Sobrina del rey Osseï Tutu, fundador de la Confederación Ashanti de Ghana, debía sucederle en el trono (SXVIII) pero tuvo que conducir a su pueblo desde Ghana hasta Costa de Marfil, huyendo de una lucha fratricida sin piedad por la sucesión al trono.

Abla Pokou nació a principios del siglo XVIII, y era sobrina del rey Osseï Tutu, fundador de la Confederación Ashanti de Ghana. Tras el fallecimiento de éste, su sobrina debía sucederle en el trono en virtud de la ley matrilineal, es decir, la ley de sucesión por descendencia materna, pero Pokou, reina africana, tuvo que conducir a su pueblo desde Ghana hasta Costa de Marfil, huyendo de una lucha fratricida sin piedad por la sucesión al trono.

Para atravesar el río llegó a sacrificar a su propio hijo, un sacrificio que dio origen al nombre del pueblo baulé, pues ba ouli significa «el niño está muerto». Pokou dirigió el Reino de Sakassou, formado por las tribus que la siguieron en su éxodo. Sin embargo, durante su reinado el sistema político estaba descentralizado y las relaciones con los Sakassou se limitaban al pago de un tributo, a los juicios por apelación y a las cuestiones religiosas. La autoridad efectiva de la reina no sobrepasaba los límites del poblado en el que residía y su función era solamente de prestigio. Los poderes regionales recaían en miembros del clan real de los Warebo. Los Baulé explotaron las regiones auríferas y desarrollaron una nueva civilización, síntesis de los Akan y los autóctonos que habían sido conquistados. A principios del Siglo XIX, la oleada masiva en busca de oro y las luchas internas provocaron una debilitación del estado, acelerada por la ocupación colonial.  

Según cuenta la leyenda, al llegar al río Comoé, la Reina y su tribu encontraron un río de aguas torrenciales que no podían atravesar. Quienes los perseguían no tardarían en llegar. Desesperada por la situación, la Reina elevó los brazos hacia el cielo y se giró hacia su adivino para preguntarle qué podía hacer para  atravesar el río. El adivino le respondió que el río estaba enfurecido, que no les dejaría pasar a menos que le ofrecieran algo a cambio. Lo más preciado que poseían. Tan pronto como el adivino terminó de hablar, las mujeres comenzaron a desprenderse de sus joyas de oro y marfil. Sin embargo, el adivino comprendió que esas ofrendas no servirían de nada y tristemente les comunicó que lo más preciado que poseían eran sus propios hijos. Naturalmente, nadie quería ofrecer a sus hijos en sacrificio. Abla Pokou entendió que ninguna ofrenda que proviniera de aquellos hombres y mujeres sería aceptada por el Dios de las aguas. Decidió entonces que era ella quien debía hacer el sacrificio, debía ofrecer a su propio hijo, pues consideraba que antes que madre o mujer era reina y debía velar por la seguridad de su tribu. Así, ante la triste mirada de toda la tribu que presenciaba la escena, Abla Pokou levantó al niño en brazos y lo lanzó al río como ofrenda. Inmediatamente después de este gesto irreversible, las aguas del río se calmaron y su nivel disminuyó hasta las rodillas de la tribu como por arte de magia. Rápidamente se dispusieron a atravesar el río sin ninguna dificultad. Al llegar a la otra orilla, la Reina se giró y gritó literalmente: «Bâ wouli», que literalmente significa «el niño ha muerto». Fueron sus palabras las que dieron nombre al pueblo Baulé.

Bibliografía:

http://www.arteetnicoafricano.com/etniasafricanas/etnia-baule.aspx

http://fr.wikipedia.org/wiki/Abla_Pokou