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Viajamos a… Madagascar: la costa de la vainilla

2012

Para muchos Madagascar es sinónimo de paraíso. A pesar del desconocimiento real del país, se tiene la idea de que es una isla remota, exótica, fértil, virgen, con gran diversidad étnica... algo que no va del todo desencaminado. Pero para los más gourmets, Madagascar es sinónimo de la vainilla bourbon, seguramente, la mejor vainilla del mundo. Así es que nosotros, dos cocinillas domésticos, nos sentimos casi obligados a ir en su búsqueda, a conocer la región donde se cultiva en el noreste del país. Conocedores del atractivo y del prestigio que tiene dicho ingrediente culinario, los creativos del marketing turístico malgache la han bautizado como “Costa de la vainilla”, para que no haya dudas de dónde está el epicentro de una de las esencias más caras del mundo. Llegar a Sambava, la capital de la vainilla, no resulta fácil. La carretera procedente del norte, de Antsiranana, tras pasar Ambilombe se convierte en una infernal pista, que en nuestro cuaderno de bitácora ostenta el dudoso honor de ser "la peor carretera de todo el país (y seguro que de cualquier otro lugar del mundo)". Tardamos seis horas en recorrer 109 kilómetros, transitando por unos baches más parecidos a cráteres, zarandeados de un lado a otro de la sobrecargada furgoneta, con la música a un volumen irritante (desde entonces no viajamos sin tapones para los oídos) en el que se convirtió desde ese momento en el "taxi brousse más incómodo de Madagascar". Una carretera de record. Claro que la que llega a esta ciudad desde el sur es aún peor. En realidad, no es peor, pero es inútil: la carretera muere o nace en la entrada del Parque Nacional de Masoala, un verdero cul de sac, o sea, una carretera sin salida. Así es que la carretera del norte se convierte en el único acceso terrestre a la dulce y evocadora Costa de la vainilla.