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La llegada del COVID-19 amenaza la trayectoria de crecimiento de la economía togolesa. En comparación con las proyecciones iniciales, es probable que el país registre una pérdida de crecimiento de entre 4.6% y 6.8% para 2020, creciendo solo al 0.9% si la pandemia no se alarga, y entrando en recesión si lo hace. El déficit fiscal podría ampliarse hasta el 6.4% del PIB en 2020 debido al aumento del gasto en salud y la caída de los ingresos fiscales causados por la caída en el nivel general de la actividad económica. Se espera que el déficit en cuenta corriente siga una trayectoria similar, situándose entre el 5.7% y el 7% del PIB en 2020 debido al efecto de las menores exportaciones, remesas de migrantes e inversión extranjera directa en los principales sectores económicos (fosfato, algodón, infraestructura, café y cacao). Se prevé que la inflación permanezca contenida en un 1.5% en promedio para 2020, favorecida por la caída de los precios del petróleo. El crecimiento podría repuntar en 2021, pero sin llegar a los niveles anteriores al COVID-19.
Antes de la crisis, las perspectivas económicas eran alentadoras, propiciadas por el buen desempeño en la agricultura y la buena gestión monetaria. En los últimos años, la inversión pública contribuyó a mejorar la infraestructura básica y las conexiones de carreteras y energía. Bajo los auspicios de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), el diálogo político condujo a la organización de elecciones legislativas en 2018 y elecciones locales en el 2019, las primeras en más de 30 años. Por otro lado, las reformas de las finanzas públicas y la mejora del entorno empresarial ayudaron al país a avanzar varias posiciones en el informe Doing Business de 2019. La crisis actual empeorará las perspectivas y podría interrumpir la implementación del plan de desarrollo nacional 2018-2022.
De forma tradicional, el principal socio comercial de Togo era la Unión Europea con casi la mitad de las exportaciones; sin embargo, con el auge del comercio regional con los miembros de la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) y otros países como China han disminuido las importaciones europeas. Las importaciones se componen principalmente de petróleo, vehículos, plásticos y productos farmacéuticos, cuyos proveedores son China con casi el 20% (con datos de 2017), seguido de Bélgica, Corea del Sur y Nigeria. Las exportaciones están compuestas por fosfatos en su mayoría, seguido de petróleo, algodón y bebidas. Estas exportaciones tienen como principales destinos países africanos, aunque Emiratos Árabes se situó en primer lugar en 2017. Le siguieron Camerún, Benín y Costa de Marfil.
La disparidad entre los programas de capacitación y educación disponibles y las oportunidades de empleo ejercen una gran presión sobre el mercado laboral, especialmente para los graduados de educación superior. Además, la economía no está diversificada; la estructura industrial es limitada y el valor agregado de manufactura es bajo, la agricultura emplea a la mayoría de las personas y el crédito del sector agroindustrial es bajo. La inacción institucional y la estructuración lenta de los proyectos impiden el cambio, y las debilidades estructurales reducen la eficiencia de las inversiones públicas. Los desafíos clave serían aumentar el espacio fiscal y el financiamiento bancario para los sectores que impulsan el crecimiento, lo cual requiere un diálogo sistemático con los actores públicos y privados.
No existe oficina comercial del ICEX en Togo, por lo que aquellos que estén interesados en invertir deberán dirigirse a la Oficina Económica y Comercial de la Embajada Española en Lagos.
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Fuentes: ICEX, African Economic Outlook y Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación